Reflexiones de Semana Santa

Arelis Reynoso
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La semana mayor, cada año conmemora la vida, pasión y muerte de Jesucristo. Religiones que con sus doctrinas recuerdan los hechos que los evangelios narran, acontecieron en la entrega del hijo de Dios, que fue humillado, le dieron muerte de manera cruel y en ese tiempo bochornosa. Estando crucificado junto a un ladrón, los presentes en esos alrededores pedían que “soltaran a Barrabas” siendo ese episodio uno de los más impactantes que marcó una antes y un después en el cumplimiento de lo que Dios anunció a través de su hijo, iba a pasar.  La muerte a sus 33 años, no fue sin embargo un obstáculo para que un  sepulcro fuera la morada final del ciudadano más subestimado en su propia tierra.

Los evangelios:San Marcos, San Lucas, San Juan y San Mateo narran sus vivencias en una lengua que traducida a los idiomas en que se ha traducido la Biblia, llena el cometido de esa pasión, que según las sagradas escrituras habrá de llegar un día de juicio final.

Los que acusaron a Jesús de blasfemia, hicieron como se diría en estos tiempos “tirar la piedra y esconder la mano”. No pudieron sostener una acusación y mejor dejaron que Poncio Pilato, se lavara las manos haciendo cumplir los planes de justicia que alegadamente había que ejecutar.

Jesucristo, era un obstáculo para los denominados jefes y adivinos, que querían gobernar e imponer leyes a base de abusos y castigos.

En cambio el hijo de Dios impuso amor, compasión, solidaridad y usó sus recursos de santidad para evitar peleas, hambruna, juicios con leyes crueles y desaprensivas acciones que excluían del templo la solemnidad que debía existir en la casa De Dios.

En el templo, había cobradores de impuestos, se vendían desde animales, hasta esclavos y Jesucristo terminó, con toda ese circo que imponían los corruptos que llevaban el mundo por un camino equivocado.

 

Judas Iscariote

LA TRAICION DE JUDAS

Un beso en la mejilla fue la señal del que entregó a Jesucristo por unas cuantas monedas. Aún el Maestro, le emplazara su modo de venderse para a cambio dejar que terminaran con la vida del Salvador y redentor del mundo.
Así como aconteció con el hijo de Dios ocurre en esta vida terrenal. Todo tiene un precio. El silencio, la omisión de una verdad, la apatía de ayudar al prójimo, pudiendo evitar un sacrilegio y hacerse el sordo para no evitarlo. La maldad, que es la bandera del maligno, no entra en los hijos De Dios. Los judas que se nos cruzan por la vida, habrán de recibir su paga, porque todo está escrito y veremos en ese juicio final, la cosecha de la siembra donde cada quien debe mostrar los frutos.

 

Crucificado y Vejado

JESUCRISTO CRUCIFICADO Y VEJADO

 

Vítores y consignas como en cualquier feria o espectáculo, se escuchaban de un grupo de infelices que dominados por sus líderes, sirvieron de acólitos para que se diera el alegado juicio.

Tres cruces elevadas a un paredón que sirvió de “piñata” para que todo el que quisiera le lanzara piedras e insultos a Jesucristo.

Uno de los crucificados junto a Cristo le dijo antes de expirar “acuérdate de mí cuando estés en tu reino”. Confirmó que ese delincuente sintió la presencia De Dios y pudo reconocer que ciertamente era el salvador del mundo. La turba enardecida pedía que soltaran al ladrón, de nombre Barrabás.

La muerte en cruz era en esa época, el insulto más denigrante que un mortal pudiera recibir. Le taparon los ojos y vociferaban:”si es cierto que eres el hijo de Dios por qué no adivinas quién te pegó”?

Ante el reclamo y ruegos de Jesucristo de que le dieran agua, como respuesta le dieron vinagre en un trapo y de paso lo rociaron en sus heridas sal y vinagre.

El mismo Jesús antes de morir,  exclamó:”Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado”?

 

Resurrección

LA RESURRECCION DE JESUS

Los eventos como se narran en la Biblia, dejaron una serie de hechos que fueron desde la negación de Pedro, apóstol que acompañó a Cristo y le juraba que nunca lo negaría, fue el primero que antes que el gallo cantara dos veces lo negara tres. Una vez el mismo Pedro se recordó que esas mismas palabras se las dijo Jesucristo, empezó a llorar amargamente.

Las mujeres, que como esa época machista y excluyente, no eran tomadas en cuenta, jugaron un papel vital. Se mantuvieron vigilantes en la puerta del sepulcro y al tercer día resucitó Jesucristo y se apareció entre sus apóstoles, que no le reconocieron. Hubo un intrépido entre sus apóstoles, Tomas, que le dijo que le mostrara las heridas de los clavos en sus manos y Jesucristo, triste le dijo que si, entonces fue que creyó. Hasta los caminantes de Emaus, acontecieron episodios, que narra la Biblia. Y, las preguntas como “Eres tu mi Señor”? De los asombrados apóstoles en distintos episodios, son narrados en la Biblia.

Las murmuraciones estaban centradas en la novedad de que nadie supo cómo, sucedió y quien se llevó el cadáver de Jesucristo, pero el caso fue que el sepulcro estaba vacío.

No hubo prueba de Fe, siquiera la delicadeza de hacer lo que con tanto afán Jesucristo les enseñó. “Perseverar y no temer a nada”. Tristemente, esa realidad cambió la humanidad.

 

Cuantas veces matas a Jesucristo?

Cada segundo, hay miles de pecados rodando en cualquier parte del mundo:mentiras, fornicaciones, traiciones, deslealtad, intolerancia, simulación, entre otros actos que ofenden a Dios.

Mandar a su único hijo para salvar la humanidad, es irrepetible. Ese amor no conoce condiciones, ni hay una fuerza más poderosa en los confines de la tierra que pueda compararse al amor De Dios.

Por un solo pecador arrepentido hay fiesta en el cielo. Aunque resulte difícil e imposible, hay que perdonar a quien nos ha ofendido. Sacar del corazón el rencor, resentimientos, avaricia, hasta los más crueles actos que nos dañen. Perdonar, libera y nos hace merecedor de ser llamados hijos De Dios.

El ejercicio está en nosotros, así como la salvación es personal, hay que buscar y encontrar el momento para un diálogo sincero y franco con esa persona a quien se le ha faltado. Reconciliar diferencias y dejar que Dios obre en su misericordia, para que se haga su voluntad.

Vivir  con odios mata, ese sentimiento alimenta enfermedades, destruye la alegría y sobre todo quebranta la voluntad De Dios en nuestras vidas.

El tiempo es ahora, si quieres resucitar con Cristo, haz tu parte.

Dilectos lectores, el camino que te lleva a la plenitud de una vida llena de amor y un gozo permanente está en Jesucristo que  te salva y te sana!

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