Violencia de Género

Arelis Reynoso
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Es alarmante el incremento de mujeres que están terminando muertas por causa de la violencia que arropa este siglo XXI. Las tradicionales discusiones ya no se limitan a golpes, abusos sicológicos, torturas y amenazas. Ahora los «machos» para demostrar el animal que llevan dentro se han vuelto asesinos. Cuando una mujer decide terminar la relación, ellos se vuelven los protagonistas de los crímenes que cada día suman en cantidades alarmantes.

Las autoridades tienen que tomar acciones radicales que marquen precedentes en sentencias de cero tolerancia para los agresores. De no hacerse a tiempo, la generación de hijos criados sin sus madres será la apertura de un circulo vicioso que tanto las hembras como los varones asumirán como un acto normal.

No es posible que una mujer que demande a su ex pareja ante la justicia, termine en la morgue de un hospital. ¿Acaso la vida de una ex pareja no vale nada? ¿Tiene la sociedad que aguantar las reincidentes acciones violentas de los llamados «hombres»? ¿Qué parámetro se toma en cuenta para que un fiscal asuma medidas autoritarias para evitar una muerte?

Es difícil entender como se acumula el odio, la saña, el resentimiento y la frialdad de matar a quien en su momento fue la persona que despertaba pasión, deseo, amor, ternura y cuidados.

Es más serio de lo que se piensa, porque no se trata de peleas entre concubinos o parejas ocasionales que deciden iniciar una nueva relación, es una conducta nefasta que se ha vuelto rutinaria.

Las mujeres tienen que tomar una actitud sabia, ante señales que les definan que sus vidas corren peligro. El abusador tiene recursos para manipular a su víctima. Es preciso que los gobiernos tomen como un asunto de estado proteger a mujeres que denuncien abusos. Crear hogares temporales, para que las féminas sientan que pueden salir del círculo de la violencia y reciban atención sicológica junto a sus hijos. Hay que evitar que nuestras futuras generaciones, se olviden que la mujer no se toca » ni con el pétalo de una rosa». Literalmente al educar nos libramos de esa plaga que suma números estadísticos sin un alegado móvil de solución o cambio.

Hay que alertar cualquier señal de abuso que observemos, es tiempo de parar a como de lugar esos abusos que se cometen muchas veces por negligencia, ya sea por omisión de testimonios, el silencio de la víctima, la agresividad de hijos que todo lo resuelven a gritos y golpeando a quienes les contradigan.

La sociedad la conformamos todos, hay que ser pro vida y dejar de lado el temor. No es que se violen los derechos de privacidad de un vecino, familiar o compañero de trabajo que exprese temor hacia su pareja. Evitemos que se siga fomentando la violencia, como si se tratara de algo normal o «pleitos de parejas».

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