Cárceles: “Selvas Humanas”

Arelis Reynoso
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Los sistemas penitenciarios del mundo tienen sus protocolos, reglas y en algunos casos hay presos que se reinsertan a la sociedad de manera aceptable una vez cumplen sus condenas.

En américa latina, se viven verdaderos “infiernos” en vida. Los delincuentes, que cumplen condenas por los hechos que están confinados, no tienen régimen, ni cumplen leyes, mucho menos son controlados por los que se supone deben darles la orientación a seguir una vez caen presos.

Citamos a continuación una panorámica de algunos países, con relación a sus sistemas penitenciarios. Comenzando por Venezuela, el difunto presidente Hugo Chávez tildó en una alocución como “cáncer” refiriéndose a las cárceles venezolanas.

Una cárcel venezolana, con capacidad para 16 mil reos, alberga más de 50 mil. Los motines que se escenifican en dichos centros penitenciarios, parecen una guerra en cualquier calle. Armas de todo tipo, tráfico de drogas, violaciones, entre otros delitos; se viven a diario y las autoridades parece que no existieran. En lo que va de año 289 reos han perdido la vida en cárceles venezolanas.

En República Dominicana, donde se ha establecido un “nuevo modelo penitenciario”, no se nota ese alegado cambio.

Los asesinos, ladrones, violadores, narcotraficantes, conviven juntos sin ningún control. Un modelo penitenciario, implica que los condenados deben estar en lugares de máxima seguridad, estrictamente vigilados. Sin embargo, hay denuncias claras que afirman que dentro de las cárceles dominicanas, hay teléfonos celulares, comodidades que se “pagan”; que van desde ordenar sus comidas en restaurantes de primera, llevar a sus peluqueros y peluqueras a hacerse las rutinas de belleza, etc.

Estos privilegios, combinados con el contraste del hacinamiento que se vive en cada ciudad donde hay una cárcel, se suman a que los presos que han cumplido sentencias muchas veces se quedan dentro del penal porque no se cumplen con dar seguimiento, para sacar en libertad a los delincuentes que han cumplido.

En Nicaragua, hay una ausencia de autoridad, que va desde lo ridículo hasta lo sublime. El control de vigilancia es nulo. Las autoridades judiciales no llevan estadísticas sobre los confinados, respecto al cumplimiento de sus penas. La mayoría de los reos, aún cumplan sus condenas los dejan presos.

En México, el drama es aterrador. Todas las cárceles están “súper pobladas”. En los últimos cinco años de un 50 por ciento de super población han llegado a contabilizar un 70 por ciento.

Un centro penitenciario con capacidad de alojar a 28 mil confinados, tienen más de 40 mil registrados. El drama se agudiza, si analizamos que seis de cada diez presos cumplen condenas por: Homicidios, delitos sexuales, robos y secuestros. Todos los delincuentes, se pasan información de sus delitos cometidos y hay registros que inclusive, dan cuenta, que desde la cárcel siguen operando sus organizacioens delictivas.

Ecuador, tiene uno de los sistemas penitenciarios más fuertes de la región, en cuanto a presos por narcotráfico se refiere. Hay que resaltar sin embargo, que el hacimaniento, motines de presos, sobrepoblación no escapan de dicho sistema.

Tanto el gobierno de México como el de Ecuador, han puesto en presupuesto la construcción de nuevas cárceles, en un futuro cercano.

Pasando balance, no hay nada diferente en las realidades de la situación de los confinados de esos países que hemos mencionado.

La voluntad que debe existir en los que mandan en el poder judicial, tiene que ser revisada y poner serias amonestaciones a los jueces, fiscales, encargados de prisiones y toda la estructura estatal que está llamada a rendir cuentas de sus gestiones, en ese asunto.

Si se tratara de animales, es entendible que se tomen ligerezas de esas magnitudes, ya que los animales no hablan, son “irracionales”, no tienen defensores. Pero, estamos hablando de personas, seres humanos, que aún por cometer los más horrendos delitos, hay que hacerlos cumplir con rudeza sus culpas, que nadie tiene que minimizar.

Una vez, el confiando llega a la cárcel hay que hacerlos sentirse presos, castigados, que sientan que están cumpliendo condenas. No es verdad que un confinado tiene derechos de elegir la comida que se les atoja comer, mucho menos que tengan facilidades de sentirse como si estuvieran en sus casas. Hasta las visitas, deben controlarse a una hora a la semana, con límite de visitantes. Nadie, puede entrar sin ser registrado a un centro penitenciarios, mucho menos permitir que un visitante sorprendido en franca violación a las normas penitenciarias, regrese a visitar al confinado.

Si los gobiernos y autoridades judiciales no reaccionan, en unos cuantos años más, los delincuentes van a formar partidos políticos y se van a vengar de lo que pasaron en una cárcel, luego de cumplir los 30 años, 15, 10 y hasta un año de condena.

El estar permitiendo que los delincuentes se empoderen, será una complicidad compartida, entre gobernantes de turno, autoridades, policías y todo el estamento social de cualquier país de los que hemos mencionado como muestras.

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