Asesinato cruel

Arelis Reynoso
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República Dominicana, país alegre de gente noble y costumbres ancestrales arraigadas en cada pueblo de la Isla caribeña, donde la hospitalidad es una especie de común denominador en cada rincón de la patria, vive un luto colectivo que sufre cada madre que ha perdido un hijo en circunstancias violentas.

Hace un buen tiempo, el país  está cundido por una etapa protagonizada por asombrosos crímenes  que no solo enluta familias afectadas por asesinatos de mujeres y desapariciones de personas; sino que ha dejado el mal sabor de conocer detalles como por ejemplo de los crímenes tan sonados como: Caso Llenas- Aybar, Carla Massiel y el más reciente del cual refiero en mi columna el Caso Emely.

Una desaparición en cualquier parte del mundo, mueve a repartir fotos en cada lugar público con los datos de la persona que se busca. La regla es que a 48 horas de la ausencia reportada regularmente por la familia afectada, los cuerpos de investigación de la localidad se involucre cien por ciento en la búsqueda.

Amén de la acción policial que debe iniciar con los interrogatorios rutinarios a sus padres, amigos, relacionados y por supuesto la última persona que la persona buscada tuvo contacto.

Esos elementos deben primar en toda sociedad constituida en democracia. En el caso de la joven Emely, se debió utilizar las técnicas de rastreo de telefonía móvil que es tan fácil de ubicar. En cada rincón del país, la gente tiene un teléfono que sin importar la marca y calidad de alcance se activa en una empresa telefónica. De esa simple acción, se puede determinar que luego de 72 horas sin conocer el paradero de una persona, es mucha la información que se obtiene.

La desaparición, asesinato y posterior incógnita del paradero de Emely, se vivió al norte de República Dominicana, donde un hombre volcado en atenciones en buscar a su novia, sabiendo que él mismo la asesinó, es el ejemplo más estremecedor del caso de la joven de 16 años. Sus padres, gente noble de educación y valores arraigados, que caracterizan los ciudadanos que residen en comunidades rurales de la Isla, contrastan con la actitud asumida por el matador y sus cómplices.

Un vigilante del edificio donde fue vista viva la jovencita por última vez, desenreda la madeja que el asesino en complicidad con su propia madre tenían como coartada, para probablemente huir del país y dejar a la familia sumida en la más cruel angustia y desolación.
Un vídeo de las cámaras de seguridad donde reside el matador y su madre, alegadamente fue desaparecido por la mujer que alumbró  ese monstruo de nombre, Marlon. El vigilante, que llevaba varios años laborando en el edificio ubicado en la ciudad donde ocurrió el hecho, no se dejó sobornar por la fiera personalizada en un ser humano. La cómplice del hecho, nunca imaginó que ese simple ciudadano, rechazaría su «propina» que de seguro fue tentativa para que omitiera esas imágenes que mostraban al asesino tirar en el baúl de su vehículo el cuerpo de la occisa.

Pasaron varios días, un pueblo consternado por la inacción de las autoridades que se volcó en protestas que obligaron a que el suceso se hiciera eco en la capital del país, donde el Cuarto Poder, la prensa fue vital en dar seguimiento al esclarecimiento del caso.

En la búsqueda del cuerpo de Emely, aparecieron dos cuerpos tirados en matorrales y una vivienda en construcción. Ambos, de mujeres en la plena flor de sus juventudes.

No hubo reclamos de las desapariciones, irrespetuosamente se publicaron fotografías en redes sociales de las occisas y horas después se conoció el reclamo de los dolientes en esos crímenes horrendos.

El colmo del descaro lo soltaron los protagonistas del asesinato que ha consternado un país y cada persona que dio seguimiento a la desaparición de la joven. El matador y su cómplice, que a su vez reitero es su madre; salieron haciendo un «montaje» cruel y macabro en un canal de televisión reclamando a los ciudadanos que supieran sobre la joven dar información  para localizarla.

Una vez el pueblo conoció las declaraciones de madre e hijo dieron la voz de alerta de ese drama montado de mal gusto, porque ambos se comportaron como dos monstruos salidos de un mismo costal. Lo primero es que ambos hablaron claro de que la joven «era» esperada por todos y que «estaba» embarazada.

Hablar en pasado fue la clave de la madre y parientes de la joven, para entender que habían ultimado a su ser querido.

No hay crimen perfecto, todo llega a descubrirse algún día. Para tranquilidad de la familia de Emely, el calvario vivido por más de una semana pasó.

Y, es que la gente noble, sin malicia que es creyente en Dios y confía en su misericordia, alcanza a ver la justicia. Lo que es imposible para el hombre es posible para El Todopoderoso.

Al hombre se engaña, se simulan conductas pero al Creador, que conoce cada corazón es imposible evadir.

El luto que hoy se vive en la comunidad donde reside esa familia, es también el despertar de una ciudadanía que estaba acostumbrada a aceptar la «mala suerte» de los más desposeídos.

La muerte de Emely, habrá de ser de ahora en adelante la bandera del reclamo por justicia. Aunque sea forzado hay que hacer posible que autoridades irresponsables, ineptas y corruptas que si no hay dinero de por medio se hacen de la vista gorda; se apliquen a cumplir con sus deberes de servir sin que se les de las gracias por ejecutar un deber por el que se les paga un sueldo.

Llega la hora  en República Dominicana de solidaridad a esa familia que no tendrá abolengos, ni fortunas materiales, pero que posee la mayor riqueza:Su integridad, dignidad y creer a Dios las promesas que recibe todo el que se aferra a buscar y encontrar respuestas a sus ruegos.

Una moraleja que con dolor cada madre de seguro sintió, pero que una de ellas, la madre del matador pensó solucionaría con sus relaciones de «altura» por ser ella una mujer que es parte del sistema de partidos políticos. Sus candidaturas que alegadamente aspiraba a convertirse en alcaldesa, diputada y era funcionaria de una agencia gubernamental, se quedaron en el camino.

Lo dicho por un fiscal, luego de conocerse las medidas de coerción de ambos imputados, devuelve la esperanza a los que lucharon por hacerse eco de la desaparición de Emely. El fiscal declaró:»Hay elementos suficientes para si es posible mañana mismo resolver el caso y condenar sin esperar un día más».

Sin embargo,cabe destacar que no se puede precipitar un juicio sin antes finalizar las experticias de la investigación.

Hay que armar la escena de los hechos, se tienen que incluir los cómplices del daño que le hicieron a la joven. El derecho, aplicado en todas sus partes es siempre portador de esclarecer los casos a la hora de juzgar. Los elementos de prueba, incluyendo las declaraciones de testigos, los cuales deben ser protegidos para evitar que se retracten de lo ya declarado, es vital para un juicio.

El proceder de las autoridades policiales y judiciales, se vició al permitir que terceras personas se acercaran a la escena del crimen, siguieran los pasos de donde el matador aseguró se deshizo  del cuerpo y posterior traslado a diversos lugares para evitar ser descubierto. Ese mal manejo,podría desechar pruebas, que ya fueron contaminadas.

Queda esperar que no se «baje la guardia» y que la reconstrucción de los hechos se pueda presentar en ese juicio, que habrá de contar con la seriedad de la Procuraduría General de la República que de manera acertada y responsable se hizo cargo de que se descubriera la zaga, que mantuvo en vilo la familia de la occisa y una comunidad completa que reclamó fervientemente justicia.

EMILY PEGUERO UN CRIMEN QUE NO DEBE QUEAR IMPUNE
Que la muerte de Emely no quede impune y sobre todo que el peso de la ley sea el costal que habrán de llevar los responsables de otro feminicidio en un país donde ser mujer se está convirtiendo en una desdicha.

 

Basta de crímenes a nuestras mujeres! DeporVida.net estará dando seguimiento a este horrendo crimen que será recordado en la Isla caribeña donde tanta gente buena está prácticamente siendo desplazada por lacras sociales que deben estar tras las rejas.

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