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El 18 de diciembre del 2016 será recordado con alegría y emociones encontradas por el retiro del jersey de Tim Duncan, súper estelar jugador de San Antonio Spurs que dijo adiós a la NBA.
Una ceremonia espectacular, luego de finalizado el partido de los Spurs y Pelicans que se escenificó en el arena que tantas alegrías les dio a esa efusiva fanaticada que fiel y entusiasta aplaudió a Duncan por 19 temporadas, fue el marco perfecto para ese evento televisado en vivo por el canal de la liga.
Como espectadora, madre y periodista admire siempre el estilo de juego de Tim, sin dudas uno de los más destacados de la mejor liga del mundo. Su manera de ser, me cautivo siempre por esa humildad y el don de gente que posee. Nada lo hacía inmutarse, ni los partidos de cifras dobles, las múltiples veces en que fue jugador de la semana, MVP, entre muchos logros obtenidos en su kilométrica carrera.
Los campeonatos que obtuvo San Antonio, donde Duncan escribió estadísticas de récord son épicos y pasarán a la historia de su vida con ese particular modo de sonreír sin hacer alardes de grandeza. Un líder auténtico, que sin petulancia y con la única ambición de superar sus actuaciones cada temporada, logró a pulso imponer en un solo equipo lo que se propuso: » Ser un jugador de élite que supo jugar en equipo» Privilegiado de tener en su paso por el baloncesto universitario y posterior en su elección en la lotería de novatos, donde fue el número uno del sorteo, dirigentes que moldearon sus destrezas en su máxima expresión.
Cada palabra de esos dos hombres, que hablaron como si más que un jugador fuese un hijo, me llegaron al corazón y Tim luego de escuchar a sus coaches se gana mi admiración doble y respetos.
Jugar 19 temporadas se ponen fáciles en el papel, pero ni las estadísticas y reconocimientos son cosa que tengan relevancia, su personalidad auténtica y la calidad de tiempo que siempre tuvo para sus compañeros de equipo es la grandeza de sus cualidades.
Hacer un equipo «championable» es el sueño de todo entrenador, que afortunadamente y enhorabuena tuvo la franquicia la dicha de lograr. Greg Popovich un europeo, que llegó para quedarse en esta parte del mundo, dijo en su comparecencia en el homenaje lo que cada padre que cría un hijo exitoso se enorgullece y complace en escuchar:»Lo que me cautiva de este caballero es que nunca ha cambiado su manera afable y sencilla de ser. Es la misma persona desde el primer día en que lo conocí. Tiene la grandeza que le inculcaron sus padres ya fallecidos», sostuvo emocionado Popovich.
Manu Ginobili y Tony Parker, que pertenecen a los Spurs y fueron sus compañeros de mucho tiempo hablaron sin desperdicios de la manera en que el nacido en la Isla San Croix, les influyó en sus carreras y en el legado de un liderazgo hermoso que deja en la franquicia.
David Robinson, otrora súper estelar conocido como «El almirante» estuvo presente y en su semblante se notó la admiración y satisfacción hacia el homenajeado de la noche, juntos comenzaron esa era de éxitos de una de las más prestigiosas organizaciones de la liga.
El discurso
Llegado el momento, Duncan que es parco al hablar y reservado en sus emociones, presentó al auditorio un saludo que le salió del alma, fue ovacionado como si festejaran uno de los campeonatos.
Sin muchos adornos en el rejuego de palabras, exclamó emotivas palabras que desnudaron su grandeza interior al explicar lo que que significó el jugar en la liga, destacó los lugares que ocupan sus dos coaches en su vida, así como exaltar los valores que deja a sus hijos y parientes, poniendo a la familia siempre en primer lugar.
Queda establecido que el orden de prioridades de un ser humano es vital para lograr ganarse un espacio en lo que habrá de ser recordado siempre. No importa si Duncan se hubiese quedado siendo un nadador, el mundo del deporte tienen en ese caballero un hombre que lleva como bandera las más sólidas bases de ser un hijo, padre, hermano y ente productivo que dejó en la NBA un legado histórico.
¡Hasta la próxima entrega, dilectos lectores!