El nuevo siglo ha traído cambios drásticos de manera global en el mundo de la política. Lo que hubiese sido predecible en los años 90’s en pleno siglo XXI es impredecible, pero no por cálculos de expertos en esos asuntos, el mundo está cambiando de manera extrema cuando se trata de elegir sus gobernantes.
Por tradición hay familias que arrastran por sus apellidos generaciones que se han convertido en dinastías , sin embargo esa media se rompe cada vez que se convocan candidaturas en cualquier parte del planeta.
Canadá, que ha emergido con nuevo liderazgo, tiene a Justin Trudeau un hombre con ideología liberal que ha decidido cambiar el rumbo tradicional de su país. Apertura a recibir en su suelo a migrantes de diversas nacionalidades y proveer oportunidades de empleos con entrega de residencias a gente dispuesta a emprender negocios e integrarse al sistema laboral le ha funcionado a la perfección al primer ministro.
Mexicanos y latinoamericanos están emigrando hacia Canadá por ver en dicha nación la seguridad y acogida que se les está bloqueando en USA.
Francia, ha elegido recientemente a Enmanuel Macron como presidente. Con la única experiencia de formar parte del ministerio de economía de dicha nación y sin experiencia previa electoral, logró llamar la atención de un electorado cansado de conflictos y un retroceso recurrente en sus anteriores gobernantes.
La dinámica que la Unión Europea forjó ha ido en picada y unificar la moneda en esa parte del mundo no ha sido del todo exitosa.
Reino Unido ha salido del esquema de la UE, apertura de fronteras para que todo el continente se beneficiara de las políticas que estaban rezagadas por desigualdades marcadas por malos manejos en la conducción de mandatarios y líderes en esa parte del mundo.
Hace unos meses han surgido movimientos en el liderazgo que encabeza Theresa May, cambios drásticos impulsados por un pueblo que en las urnas para elegir parlamento han dejado de lado a May, que no pudo lograr mayoría representativa.
Los conflictos en Siria que han desplazado a miles de personas, por una cruel guerra de intereses que ha pasado de movilizaciones cívicas a la destrucción masiva de ese país, se han sumado a cargar en Europa otro ingrediente con el tema de refugiados; presentes en Alemania, Turquía y Francia.
Lo que a finales de los años 80 fue visto como un movimiento positivo y de cambios, permitiendo el ingreso de musulmanes a las tres naciones antes mencionadas, se ha convertido en una pesadilla cuyo costo político está siendo pagado a un precio muy alto.
La guerra del Golfo Pérsico y la caída de líderes como Gadafi en Libia, Sadam Husseim en Irak y Osaba Bin Laden en Afganistán, han sumado a movimientos civiles otros ingredientes.
Esos personajes totalitarios, con mentes de mandar y hacer cumplir sus leyes, era para bien o para mal la estabilidad de sus países. Invadir esas naciones y desaparecer físicamente esos hombres han despertado mentes crimínales y extremistas que han organizado un mortal negocio en el terrorismo.
Esa plaga, que ha sembrado odio, divisiones y destrucción no se detiene con «paños tibios» tiene que surgir de las raíces de varias naciones, un movimiento con hambre de llevar sosiego y paz a esas zonas, hoy de desastres que dividen pueblos y comunidades completas.
Así como el Talibán, ha ido perdiendo terreno y fuerza en Afganistán, de igual manera se han armado otras ramificaciones que trabaja con el doble de crueldad en la mente de niños que son adoctrinados para que maten y vivan para según ellos :»Liberar del mundo a infieles». Dogmas y creencias que no pueden seguir vigentes porque de continuar va a desaparecer esa raza, que cada día es más repudiada y está causando destrucción donde llegan.
La única coherencia de Trump ha sido el firme propósito de cumplir promesas de campaña.
Eliminar decretos y romper esquemas de políticas públicas que dejó establecidas su antecesor es la variable que se vive en USA y que impacta el mundo.
Romper con tratados internacionales que fueron logrados a través del consenso de ciudadanos con experiencia en medio ambiente y ecología ha resultado fácil de eliminar en lo que lleva de gestión el empresario.
La democracia, que está obligada a que sea a través de las urnas que se establezcan cambios en política participativa, ha experimentado otro rumbo que se tiene que encarrilar para bien, porque de lo contrario el populismo caerá y resurgirán los totalitarismo que han ido desapareciendo conforme pasa en este nuevo siglo.