En un fin de semana en Amsterdam

 

Amsterdan, Paises Bajos.- Visitar la Capital de Los países Bajos es visitar una de las ciudades más animadas y alegres de Europa. Disfrutar de plazas llenas de artistas callejeros que cantan, bailan, actúan y te hacen cantar. Es estar en una de las ciudades más abiertas, festivas y tolerantes del mundo y al mismo tiempo en un ambiente de orden y respeto.

Estar en Amsterdam es estar en el paraíso de las bicicletas y ver que la gente conjuga muchos verbos mientras pedalea: conversa, comparte, canta, bromea, pasea…y tiene el pedalear no solo como un medio de transporte, también como un estilo de vida. Son muchas las escenas que se pueden contemplar de los holandeses a bordo de sus doble ruedas, unas románticas, otras muy prácticas y otras caen en lo jocoso. Las calles de Amsterdam y de todas las ciudades nerlandesas están llenas de bicicletas.

Ir un fin de semana a Amsterdam es estar en una Venecia del Norte. Es darte un buen regalo y disfrutar de una ciudad de paisajes muy particulares, donde puedes dar un paseo en una de las diversas embarcaciones que recorren la ciudad, o quedarte en las terrazas al borde de los canales, contemplar sus casas flotantes y las ocurrencias de turistas y lugareños que convierten las embarcaciones en escenarios diversos. Yo quise entrar a una de las casas flotantes para ver cómo viven en las embarcaciones sobre las aguas, pero tuve que conformarme con tomar fotos y ver desde afuera la diversidad de estilos.

Conocer a Amsterdam es la oportunidad de conocer un poco de Ana Frank y su diario, de Van Gogh y su vida, de Rembrandt y muchos otros personajes que forman parte importante de la historia de ese país europeo. Es la ocasión de visitar su barrio de museos, donde se puede conocer sobre su arte, sus orígenes y su gran tradición en el negocio de los diamantes. Es poder visitar su mercado de flores y confirmar que Holanda es el país de los tulipanes y de las exportaciones florales.

Hay muchas motivaciones para visitar a Amsterdam. Los hoteles son caros y abundan los colectivos con características que pueden ser solo agradables para los muy jóvenes, por eso mucho ojo al escoger. A nosotros nos tocó un hotel de baño compartido a precios de un hotel tres estrellas de París. La comida tampoco es barata, como no lo es en ningún país de alto nivel económico, pero vale la pena el viaje, tan solo uno o dos de sus atractivos lo merecen, por eso vive abarrotada de jóvenes y turistas de todas las edades, unos buscando el ambiente festivos de sus bares y sus coffee shops, otros de sus museos y su cultura y otros tan solo del paisaje de sus calles con puentes, canales y embarcaciones.

Nosotros en este fin de semana escogimos de todo un poco. Fuimos a sus tiendas de quesos de la parte céntrica donde disfrutamos degustaciones de sus famosos gouda y edam preparados con diferentes especias, luego caminamos por el barrio rojo para que no nos contaran lo de las famosas vitrinas con mujeres de todas las razas que con ropa sexy ofrecen su cuerpo a lugareños y turistas. Nos sorprendió la tolerancia de este país a la prostitución y al consumo de drogas blandas y todo ese orden en medio de la algarabía. No había a la vista policías, el orden parece ser parte del estilo de vida de este país del norte de Europa.

Fue un fin de semana para disfrutar caminando al borde de sus canales, de detenernos en sus plazas, ver su ambiente y al final quedamos enamorados de esta ciudad en la que puedes sentirte seguro y tranquilo a pesar de tanta algarabía y permisión.

 

Mary Leysi Hernandez
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