El placer de ejercitarse

La Paz, Bolivia.- Cada semana, al ritmo de la música, le lanzó golpes y patadas a la inactividad, a las enfermedades, a la vejez y a todos los males que se pueden incrementar con una vida sedentaria. Sigo constante mis ejercicios físicos, aunque no consiga bajar ni un kilo. Me siento dichosa al sentir que el sudor y los movimientos me ayudan a mantener en buen nivel la hormona de la felicidad. Lo demás, es lo de menos.
 
Cada semana bailo bachata, merengue, cumbia, ritmos bolivianos, brasileños y toda la música que suene en mis clases de zumba, funcionales y aeroboxing. Es terapéutico bailar mientras se ejercitan los bíceps, los tríceps y todos y cada uno de los músculos del cuerpo. Igual se ejercita la memoria al escuchar música que nos hace recordar otros tiempos y nos actualizamos al bailar ritmos modernos.

 

 En pilates, disfruto respirar al ritmo de los movimientos y siento que le hago un regalo a mi cuerpo y mi mente con esas sutiles y conscientes posiciones que provocan agradables sensaciones de bienestar. Es como masajear cada rincón de mi ser.

 

 
Cuando puedo, también camino, hago danza terapia, yoga, meditación y otras actividades que contribuyen a estar mejor por fuera y por dentro. Si no puedo ir a clases me invento mis propias clases en casa o en el lugar que esté, en caso de salir de viajes.

 

 
Ejercitarse es una inversión, es medicina preventiva y uno de los mayores antidepresivos. La clave está en escoger el ejercicio que más nos guste y convenga, y asumirlo como un hábito de vida, un hábito que nos permita envejecer en las mejores condiciones físicas y emocionales. No hay excusas.

 

Mary Leysi Hernandez
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