Maduro: » Implacable» con deportaciones fronterizas

Arelis Reynoso
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Los ojos del mundo están sobre Venezuela por las abusivas y denigrantes deportaciones masivas que se realizan por instrucciones del presidente Nicolás Maduro contra ciudadanos colombianos que residían en el estado de Tachira y otros municipios fronterizos. A mandarriazos, con machetes y pistolas en cintura son destruidas las casas de los desalojados y de inmediato se colocan las letras D y R. En la mayoría de los casos no se permite que se lleven sus pertenencias y los enceres del hogar van incluidos porque no hay quien se atreva a negarse a cumplir las órdenes de los militares que van con la furia de dejar limpios los solares que albergan las viviendas de los colombianos migrantes en territorio venezolano.

Maduro, bailo «La pollera colora» con su esposa y para su danza invito a un músico colombiano para burlarse con más contundencia de las acciones dantescas que lleva a cabo su Guardia Nacional y la policía.

Las deportaciones, son porque alegadamente esos ciudadanos han violado las leyes mudándose en territorio venezolano y hasta se ha inventado que los deportados son paramilitares y narcotraficantes. Cuanta maldad hay en ese pichón de dictador, que ha acomodado a su manera la llamada Revolución Bolivariana que inició el difunto Hugo Chávez.

La realidad es que sus alegatos no sustentan la realidad que la gente común y la misma comunidad internacional observan.

¿Cómo es posible que ciudadanos que fueron dotados de documentos para que tuvieran derecho al voto en tiempos de Chávez, sean hoy sacados por la fuerza del territorio que Venezuela ofertó ofreciendo una mejor vida?

¿Es el ciudadano de a pie culpable del desastre que se vive en Venezuela, por la ineptitud e incapacidad que ha plantado Maduro desde su llegada a Miraflores?

¿Que esperan la ONU y la OEA para junto a Los derechos humanos ir en auxilio de esos infelices que han quedado desplazados y en un limbo?

Según, versiones de los propios venezolanos, el «problema» que generó esas deportaciones son la guerra sin cuartel que hay entre la Guardia Nacional y la policía que alegadamente tienen como misión salvaguardar los narcotraficantes que circulan desde un anillo gubernamental, que encabeza Diosdado Cabello. Aparentemente, es Cabello que manda en Venezuela y Maduro es el payaso que se monta en una tarima a pronunciar discursos, al estilo del ex mandatario de Ecuador Abdala Bucaram.

La ineptitud, improvisación y el fracaso de Maduro, que en cualquier momento podría dimitir de su cargo; ya no aguanta mas. Un pueblo sin libertad de expresión, que vive un viacrusis para adquirir los productos de la canasta básica y la crisis en los hospitales donde no aparece ni el hilo para coser una herida en salas de emergencias médicas son percatas minutas de la crisis en que ha llevado Maduro a Venezuela.

¿A, propósito de las deportaciones masivas de colombianos que viven ilegalmente en Venezuela, apareció el acta de nacimiento de Maduro?

¿Es Maduro nacionalizado venezolano o ya se sabe si nació en suelo colombiano?
Parece que la amnesia descarada de Nicolás Maduro es soportada por los países que reciben a crédito los combustibles que Venezuela facilita por los acuerdos de Petrocaribe, esto quedo ratificado en la reunión de la OEA, donde 17 países consideran que no hay que intervenir en conflictos de la soberanía venezolana.

 

Mientras esto sucede, sigue Cabello, mirando y sonriendo porque cada vez sus bolsillos alegadamente se llenan de dólares. Cabello tiene ahora el toro por los cuernos, a ver cuanto le dura su «poder». Con las elecciones de diciembre, el pueblo, tiene la última palabra.

Las deportaciones, ocurren durante las madrugadas y los desterrados son sacados al puente Simon Bolívar y sin dejarles tomar sus pertenencias son «tirados» en Colombia. Lo que ocurre en la frontera esta prohibido y censurado para que se muestren en alguna crónica periodística del lado Venezolano. Lo que se ve, es porque la prensa colombiana lo reseña. Las reuniones entre las cancilleres de Colombia y Venezuela se quedaron en las imágenes que entre sonrisa y apretones de manos se mostraron en el encuentro a dos días del inicio de las deportaciones.

El cierre de la frontera era alegadamente por 72 horas y ahora el nuevo aviso es que son indefinidas.

El presidente Juan Manuel Santos, ha tomado la crisis con una ecuanimidad que espanta.Gracias a que las voces de los ex presidentes colombianos Samper, Pastrana y Uribe han sido enfáticas y han manifestado que esas deportaciones al estilo del holocausto del siglo pasado, donde la gente eran marcadas como bueyes, y la mayoría de las veces morían de hambre ante la mirada indiferente de sus verdugos; no van a ser toleradas.

Toca esperar ver a la patria de Bolívar libre de ese anillo corrupto que maltrata y golpea al laborioso pueblo venezolano y sobre todo observar la reacción que por deber tiene que asumir Juan Manuel Santos, porque su colega Nicolás Maduro lo ha doblegado y le ha ganado ventajas para la guerra que quiere montar Venezuela a costa de un anunciado magnicidio, que es el recurso que saca a relucir el incapaz y cobarde actual presidente de Venezuela cuando quiere desvirtuar la atención de los reals problemas que están sepultando al pueblo que dirige.

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