Adiós papá!

A tres meses de tu partida

Arelis Reynoso
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Un profundo vacío me ha dejado la partida terrenal de mi padre José Reynoso Núñez, tal ha sido el impacto que recién me animo a escribir este sentir para compartir con ustedes, mis dilectos lectores.

Aconteció el 26 de mayo, en la tranquilidad de su hogar, rodeado de sus hijos, familiares y sus amadas mascotas, cuando se produjo el deceso, esperado y diagnosticado por los especialistas que por una década atendieron sus quebrantos cardiovasculares.

El pasado año, Papi, aceptó que le colocaran un marcapasos. Una simple intervención que no requirió internamiento porque salimos el mismo día de la unidad cardiovascular del hospital Piedmont, localizado en la ciudad de Atlanta.

Su recuperación fue exitosa y en cuestión de meses retornó a su natal República Dominicana. Alegre, con un espíritu de vivir extraordinario y con las ilusiones propias de un octogenario que siente que la vida es hermosa y hay que vivirla con intensidad.

En octubre del 2021, como cada año de los últimos ocho de su vida en que pasaba con nosotros, para atender sus chequeos médicos; la grata sorpresa que le hicimos fue festejar sus 81 primaveras.

Siempre se me ocurría buscar un motivo que le hiciera recordar sus años mozos. El año pasado fue una vestimenta de sultán. La locación elegida fue un restaurante de la India, las delicias culinarias fueron saboreadas al máximo por el festejado. Un grupo pequeño nos acompañó tras estar limitados por la pandemia, pero aún así se disfrutó esa velada.


 

Gran Asunto

 

Para mi padre, las palabras: Imposible, Nunca, no puedo, estaban ausentes de su modelo de la vida. Mis hijos que fueron los nietos que le di  siempre les consultaban inquietudes propias de los varones, como me decían una vez notaba esa complicidad entre ellos.Los secretos siempre estuvieron como una especie de “pacto”. Nunca me cruzó por la mente averiguar qué les decían  Alfred Joel y  Christian. Ellos tres, simplemente se amaban y les dejaba sus espacios para no importunar esa relación de abuelito y nietos. Por la gracia de Dios, pudieron despedirse entre risas y nostalgias.


 

La Última Parada

 

En febrero de este año, papi tuvo que ser hospitalizado, luego de pasar con su nieto mayor, sus biznietos y parte de la familia unas vacaciones en Cap Cana. Me cuentan que estuvo alegre como siempre y muy pendiente de hacer sus clásicos chistes y la perorata de sus transparencias  de viajes realizados, así como las hazañas que contaba con gran entusiasmo.

Una vez llegó a su casa, luego de esas vacaciones, hubo que hospitalizarlo. Pasó unos 14 días entre cuidados intensivos y una habitación regular. Cuando me di cuenta que no había mejoría, decidimos traerlo para Atlanta y llegó con su fortaleza a flor de piel.

Sin embargo los tres meses en que tuve el privilegio de atenderlo entre el hospital y mi casa, fue una crónica retardada que me rehusaba a aceptar.

Con sus ejercicios de terapia, las consentidas que me dispuse a darle y el amor que solo alimenta la familia, le dimos todas las atenciones  que requirió. Despertaba para correr a llevarle sus tisanas, sus batidos, desayunos y cuánto pedía ese don. Mientras notaba su mirada pérdida, palabras como si fueran de despedidas y extrañas peticiones, por ejemplo que escribiera cosas que me dictaba en mi agenda; transcurrió ese tiempo.

En el hospital que quise llevarlo para una segunda opinión, me dijeron que ya no se podía hacer más. Papi, apagaba su aliento poco a poco.
Llevarlo a un Hospice, nunca estuvo en nuestros planes, más bien retornarlo a su patria fue la decisión unánime que tomamos como familia.


 

Un Adiós

 

Mis hermanos, tíos y sus amigos cercanos, lograron decirle adiós. A pesar que nunca perdió la noción cognitiva, reconocía hasta por sus apodos a quien pido visitarlo en su casa; evitamos que se agotara por los esfuerzos que tenía que hacer.

La petición que nos dejó a todos con la vista larga, es que quiso le retiraran la infusión que mantenía su corazón latiendo. El don así como vivió se fue de este mundo. Elegancia, fuste y un espíritu de valentía fue el marco de sus últimos suspiros de vida. A seis días de estar en su ciudad natal, Puerto Plata, partió con la gracia de Dios.

Me queda claro, que su memoria estará siempre en mi corazón, así como recuerdo a mami que este año cumplirá  diez años de irse a los brazos de Cristo, papi está en mi corazón.

Doy las gracias a Dios por los padres que tuve, el mejor homenaje que le hago cada día, es continuar viviendo.


 

Al Margen

 

 

 

Las fotos y recuerdos nos quedan como imágenes que perduran en cada corazón de nosotros, porque

ayudan a mantener su legado vivo

 

Mis sobrinos, tíos, hermanos y la compañera sentimental que tuvo en estos ocho años, su amada Silvia, siento que pueden vivir sus duelos, con la nostalgia de haberlo perdido, pero con el consuelo que trae la resignación. Cada uno de ellos tiene algo que les hace recordar cuan especial fue papi en sus vidas.

El marcapasos que papi tuvo al momento de su partida, fue donado a la fundación de la doctora Mejía-López y ella a su vez lo colocó a un ciudadano, que es un caballero joven quien esperó varios años por esa bendición. Ósea, que el don de alguna manera partió de esta vida, permitiendo que alguien pueda continuar viviendo con ese dispositivo que salva vidas. Dios es fiel!

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